Siete y media de la mañana, volviendo a casa después de trabajar. Subo al ómnibus y los treinta y seis asientos estàn ocupados, nadie de pie.
Hay setenta y dos ojos incrustados en un omnipresente y personal imán de luz azul. Mientras camino por el pasillo hacia el fondo veo dentro en los imanes, deseos, ofertas, ropas, championes, juegos, fotos y más deseos penetrando veloces por insondables carreteras mentales. Todas las personas con barbijos celestes, sin músicas, sin letras ni palabras. No percibo miradas cruzadas, solo hay ojos para el ojo gran hermano. El monstruo invisible devorándolo todo, mientras nos va untando con kechup y mayonesa. Todos viajamos gustosos, felices, azules.
Yo, detrás de mis lentes negros y chorreando mostaza, solo deseo estornudar sin que las miradas me apuñalen, quiero toser y que eso no sea motivo de linchamiento o que, simplemente, no deseen mi muerte.
fino.
Música: Epìtafio - Titas.
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