El cuero, la carne
la piel blanca tras unos ojos tristes y azules.
El odio por impotencia
y el miedo de no saber decir lo siento.
Te siento,
acá
en mi pecho,
y se tranca mi garganta
y se entrevera en los laberintos
de tus tripas entintadas de vino.
Pero me queda tu sonrisa
el filo de tu lengua incendiaria
arropada en lágrimas de madrugadas,
en la sangre de tu sangre
en el abrazo y el bar,
en miles de tardes
bajo los árboles resecos de la plaza.
Ahora a descansar
a dejar que se mueran
tus demonios de aburrimiento,
los peleaste con lo que pudiste
contra el viento, contra todo.
Ellas te guardarán
las ropas manchadas de pintura
las escaleras al cielo,
los besos de consuelo
que no llegaron a salir de vos
por no saber decir lo siento.
Te siento acá
en el pecho
en la garganta,
en el veneno, en el destino
de otro maldito vaso de vino.
Salú.
fino.
Agosto 2021.
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