La carta está gastada. Cada vez que termino de leerla yo también muero un poco. Un renacer y una muerte perpetua en media hoja con tu letra de acero y otra media hoja en blanco.
Leerla me acerca poco a poco hacia el abismo, es una especie de tortura, en realidad me sumerjo en la búsqueda incansable de que las palabras cambien y que sea otro el final, que algo se pueda modificar mágicamente. El supremo poder de mi estupidez es inconmensurable.
No me escribas nunca más decías en la última frase.
Una puñalada directo al corazón. A mi corazón. Ni la vista nublada ni el hueco en el pecho, ni los latidos en cámara lenta pueden hacer que crea en esas palabras. Pese al dolor en lo más profundo de mi alma se que eso no es verdad, no puede ser verdad. Un pie en la mentira, un pie en la verdad.
La carta está gastada, es un camino de hormigas atravesando en diagonal el jardín, desde el portón del fondo hasta las plantas al final del alambrado. Un caminito.
Un raid de vida y destrucción, como todo en mí. Nunca supimos poner un punto final, quizás porque sabemos guardar secretos. Eso, nuestra arma siempre. Saber que algo superior nos une. Yo y mi silencio, protegiéndote, dejándote descansar en brazos de la confianza.
El camino zigzagueando, y si lo pienso bien, allá, en el fondo, siempre asumí que algo te debía. Pura bobada. Pura torpeza. Mi mezquina y estúpida vanidad. Ignorancia pura.
Ahora sopla el viento, levanta las hojas muertas que flotan en el aire tibio del jardín. Me va asolando la maldita intranquilidad que llega antes de la tristeza, el pre-aviso del dolor.
Aunque no quieras tocarme nunca más.
Aunque no quieras que te escriba nunca más.
fino.
Música: Down em mim- Cazuza.
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