Sobre la
textura suave de tu cuerpo no descanso, brillo y bailo sin control.
Mi alimento, el nutriente primario que
proviene de tus senos turgentes no me llega y ya no tengo colores en esta
neblina de tiempo perdido. Casi como un lamento me desvela el deseo de morder,
de llevarte a mi boca y de explorarte en la ceguera del amor. Cargo con la
traición de los sentidos en este hastío, giro ciego en esta calesita infinita,
giro, es todo lo puedo decir.
Ahora debo
salir a ganarme la sangre que me falta para no sumarme al descanso triste y
frío del desencanto. Los colmillos comienzan a asomar en mi boca pálida y
tiemblo por los nubarrones que llegarán antes de la media noche. Saldré, debo
salir. Necesito beber la sangre que me falta y la sed no muere con un solo trago,
este apetito muere en carnosos bocados de tu fibroso cuello. No descansaré
hasta que salga el sol o al menos hasta que aclare en este lado del mundo. Ya
no descansaré, no miento, no sé mentir, tampoco sé reír. La noche me da alas y
estas cadenas herrumbradas ya no pueden detenerme. Los dedos no me obedecen y
solo consigo lamer la mezcla de espuma y anzuelos con las que me llenaron el
vaso.
¿Ya me
encontraste?
¿Ya me negaste
tres veces?
Mi turno llega
con tu silencio y saldré a devorar cuantas cosas deba de devorar, llegará
también la hora de comer carne cruda, de sobrevolar la carroña que dejó la
fiesta y llenar mi cuerpo destripado relleno de algodón y desconsuelo. No me
busques más amor, no cuentes las horas felices, te dejaré sobre el estante todo
lo que tenga para dar. Me iré murmurado sobre el fracaso de atar con alambre el
resto de la vida que me queda. No puedo re-diseñar este mapa petrificado, ni
esconder las mareas en los pliegues de la noche.
Escaparé
hacia el patio, caminaré en círculos, detrás de las rejas, solamente daré
vueltas alrededor de esas riestras de ajo con esta estaca de madera clavada en
el corazón.
fino.
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