Al entrar a la sala
totalmente pintada de blanco, Claudia vio a Mario sentado sobre la cama mirando
la profundidad del piso totalmente cuadriculado.
- Sr,su medicina - dijo
Claudia -, debe tomarla.
-¡No, no otra vez. No! -protesto
Mario.
Claudia dejò la bandeja que contenía
la jeringa cargada de un liquido rojo sobre la mesa de luz. Una brisa fresca se
colaba por el ventanal plagado de rejas.
-Sr. Mario debe tomar su medicina, le
hará bien -le dijo Claudia, mientras acariciaba la cabeza inmóvil del hombre.
Mario con los ojos vidriosos por el
llanto y la impotencia ya no podía, ya no quería discutir. Claudia tomó la
jeringa, un algodón empapado el alcohol y buscando la zona mas conveniente del
brazo derecho de Mario, le inyectó sin prisa el liquido viscoso.
-¿Se siente mejor señor? -preguntó
la enfermera como una formalidad.
Mario entrando en éxtasis, se fue
recostando en la cama, mientras la potencia de la droga lo sacaba lentamente de
su último instante de lucidez. Alcanzo a decirle :
-Me siento morir, como en tu visita
del último martes. Y comenzó a caer en la fantasmal alucinación del rostro
causante de su insanía,
-No fue un martes, fue un jueves
-dijo ella.
-Irene...-dijo él con ternura.
-No soy Irene, señor -dijo ella
dulcemente.
fino.
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