Deja de
mirarme las tetas ¿Estás de vivo? No seas mala ¿de donde sacaste que estoy
mirando tus tetas? De tu cara de infeliz
sorete, no me sacas los ojos de arriba la putísima madre que te parió. Anda
tarada ¿quién te crees que sos? ¿La Venus "del Nilo"? Y sonó el cachetazo como
una sentencia fulminante. Ella con el rostro colorado de rabia. El con la cara
marcada por el sopapo. Siguió la patada a los huevos, el mochilazo en la nuca y
la corrida calle abajo, escapando de una posible respuesta violenta si es que
el tipo se podía levantar.
Pero no.
Quedó arrodillado en la vereda, agarrándose las bolas con las dos manos y
chorreando una baba blanca espesa como un perro rabioso. Lucía corría sin mirar
atrás. Estaba enceguecida, cargada de furia y de aire en los pulmones. Doblo en
la segunda esquina y cambió de rumbo. Buscó un sitio seguro con la vista a toda
velocidad. Ahí, una cafetería de luces tenues con aroma a tarta recién
horneada. Entró sin bajar la velocidad de los fuelles. Se sentó en el lugar más
alejado de la puerta, de frente a la calle. Con los ojos desorbitados buscaba la
silueta del infeliz por el paisaje recortado que se veía hacia afuera del
local. Nada. Veía caras que no eran esa cara que tenía grabada a fuego en el
cerebro. Estúpido de mierda. Lacra humana. Harta. Me tienen harta los imbéciles
como ese. Carajo. Respiró profundo intentando controlar la arritmia. Dejó la
mochila a un costado sobre una silla vacía. Apoyo las manos sobre la mesa,
apoyo la cabeza sobre las manos. Se prometió no llorar. No llorar más. Hizo
fuerza. Aguantó. Esta vez aguantó. Recién ahí pudo calmarse y escuchar la
música de fondo que sonaba en la cafetería. Era su canción favorita, la que
venía escuchando una y otra vez en los últimos cinco meses. La música que le
recordaba el verano cuando fue pájaro, cuando se sintió más hermosa y libre que
ahora. Esa música que la conectó en su propia música ¿Que loco no? pensó al
tiempo que levantaba la cabeza buscando componer su estructura y centro de
gravedad. Escuchó el último acorde. Volvió a sentir la paz que esa melodía le producía.
Fue hasta
el mostrador, pidió un café grande y cargado y un pedazo de tarta de manzana
con exceso de canela. Llegó a la mesa con ganas de estar mejor, con la
ilusión de regresar al instante anterior, justo antes de darse de cara con la violencia.
Carajo el día había comenzado tan bien ¿que necesidad? Después de beber un
sorbo largo del café, percibió a su lado por el rabillo del ojo una sombra.
El corazón
le dio vuelco, un salto de ansiedad. Miró. Lo miró fijo a los ojos. No. No era
él. Era otro. Discúlpame te vi entrar a toda velocidad ¿Estás bien? ¿Te sentís
bien? Si. Gracias. ¿Puedo ayudarte en algo? No. Gracias. Mira que está todo
bien. No, gracias, necesito estar sola. Como quieras, pero realmente me parece
que te hace falta compañía. ¿Te parece? ¿Y sabes lo que te falta a vos galán?
No bella ¿Qué me falta? Una buena patada en las bolas.
fino. Foto: Patti Smith
Música: Fan de Faith No More - Socio