lunes, 24 de diciembre de 2018

Hambre y cerrojos.


                                                                     


                                                        



Sobre la textura suave de tu cuerpo no descanso, brillo y bailo sin control.    Mi alimento, el nutriente primario que proviene de tus senos turgentes no me llega y ya no tengo colores en esta neblina de tiempo perdido. Casi como un lamento me desvela el deseo de morder, de llevarte a mi boca y de explorarte en la ceguera del amor. Cargo con la traición de los sentidos en este hastío, giro ciego en esta calesita infinita, giro, es todo lo puedo decir.
Ahora debo salir a ganarme la sangre que me falta para no sumarme al descanso triste y frío del desencanto. Los colmillos comienzan a asomar en mi boca pálida y tiemblo por los nubarrones que llegarán antes de la media noche. Saldré, debo salir. Necesito beber la sangre que me falta y la sed no muere con un solo trago, este apetito muere en carnosos bocados de tu fibroso cuello. No descansaré hasta que salga el sol o al menos hasta que aclare en este lado del mundo. Ya no descansaré, no miento, no sé mentir, tampoco sé reír. La noche me da alas y estas cadenas herrumbradas ya no pueden detenerme. Los dedos no me obedecen y solo consigo lamer la mezcla de espuma y anzuelos con las que me llenaron el vaso.
¿Ya me encontraste?
¿Ya me negaste tres veces?
Mi turno llega con tu silencio y saldré a devorar cuantas cosas deba de devorar, llegará también la hora de comer carne cruda, de sobrevolar la carroña que dejó la fiesta y llenar mi cuerpo destripado relleno de algodón y desconsuelo. No me busques más amor, no cuentes las horas felices, te dejaré sobre el estante todo lo que tenga para dar. Me iré murmurado sobre el fracaso de atar con alambre el resto de la vida que me queda. No puedo rediseñar este mapa petrificado, ni esconder las mareas en los pliegues de la noche.
 Escaparé hacia el patio, caminaré en círculos, detrás de las rejas, solamente daré vueltas alrededor de esas riestras de ajo con esta estaca de madera clavada en el corazón.
                                                                                                                             
fino.                                                                                                                 
             Música: Vampiro - Charly García - Pedro Aznar.                                                                           
                    Ilustración: Diego Soria.