jueves, 31 de julio de 2025

Trompetas.

 

                                      


Después del parabrisas, innumerables antenas parabólicas y siluetas de edificios altos, de edificios bajos recortando el cielo gris.

Hileras de coches, motos, ruedas pesadas,  blandas, formando líneas infinitas. Sus ojos ven a través del vidrio moteado por el agua. Sus ojos inyectados de sangre por la falta de sueño y los nervios quebrados por la espera interminable. Una inmensa fila india. Sin señal, sin suerte y con muy poco aire. El cielo está encapotado, gris, sin reflejos ni segunderos. Solo horas apiladas, horas muertas. En la guantera del auto las pastillas recetadas por triplicado y una petaca llena para el auxilio digital.

Necesita auxilio. La fórmula mágica al rescate o la bajada hacia la muerte. Cuestión de tiempo. Miles de rostros encapuchados caminan por las veredas a su lado, por calles laterales, hacia la máquina de picar la vida. Van. En ómnibus, en caminos, por las vías del tren, en el fondo de las luces azules. Miles de personas rumbo al mismo lugar. 

La televisión pasando a otro plano, como un caramelo usado y sin gusto. El está con las manos crispadas aferradas el volante. Extiende la mano derecha hacia la guantera, saca uno de los frascos, deja caer sobre la palma izquierda tres pastillas y se las lleva a la boca, devuelve el pequeño envase de vidrio al agujero empotrado y rescata la petaca. Da un trago lento, pausado, profundo. Su modo de regresar a la realidad. Es un ingenuo nadando en aguas repugnantes. Recuerda el perfecto café de media mañana, pero está lejos del camino de regreso, ahora solo debe esperar que el efecto de las pastillas caiga como un mazazo en su cerebro frito. Comienza a ver lo que tiene en su entorno como una larga serie de fotografías. Figuras fuera de foco, figuras de cera, trozos de una realidad momificada. Figuras, siluetas, terrazas, autos congelados, el humo de los caños de escape. Fotos, pedazos, partes de un todo desfigurado. Solo en ese estado inducido e inconsciente puede retener la frialdad extrema del instante exterior, la suma de cosas y cuerpos que lo presionan. El día a día. Esta cerca de donde el río se para a buscar el último recodo, donde puede escuchar más claro y cercano el sonido de la trompeta. 

Click. Click. El instante retratado. Fotos del afuera que se va desvaneciendo poco a poco. Se vuelven polvo. Láminas tenues volviéndose arena a cada disparo percusivo del obturador.

A sus pies en el piso del coche van acumulando capas de imágenes desgarradas, muertas. Es un suelo arenoso, pesado y sofocante.

Al mismo tiempo los objetos reales desaparecen en el allá afuera.

Sus inmensos ojos negros se transforman en una polaroid succionando lo fotografiado. Estampó lo visible en un papel arenoso que se desvanece y se amontona entre sus piernas. Click. Sin señal.

fino.

Música: De tu mano - La Mono.



viernes, 11 de julio de 2025

Lo que dijo el reflejo.

 

                           


Los gemidos de Alicia haciendo el amor en otra habitación, lo sacaron de los pelos de un sueño profundo. Nicolás quedó petrificado de cara al techo rodeado de una oscuridad siniestra. Estiró la mano hacia el lado que ella ocupaba en su cama con la remota esperanza de encontrarla y de que esos gritos de placer no estuvieran saliendo de la boca de su Alicia, pero solo encontró vacío en esa parte del colchón. Volvió a escuchar los gemidos, sintió las paredes de su mundo derrumbarse. Se levanto envuelto en el caos que genera la frustración y el desencanto, caminó hasta el baño y de una trompada agujereó la puerta congelando el fuego que ardía implacable en el otro cuarto. La casa quedó en silencio, Nicolás entró al baño y cerró la puerta de un portazo. Se metió bajo la ducha, abrió las canillas con la desesperación de un adicto, le temblaban las manos, las piernas, estaba parado frente al abismo de la tristeza más nociva que en su vida había sentido. El agua tibia comenzó a caer sobre su cuerpo apaleado, respiró profundo intentando aliviar la presión que le aplastaba el pecho, pero hay dolores que ni toda el agua de un río logran calmar. Supo que todo lo que pudiera decir o hacer sería insuficiente, de nada serviría el consuelo miserable de la violencia, era insoportable respirar el final del amor. Alicia abrió la puerta y su desnudez terminó de masacrarlo. Con un gesto mínimo de su mano, el le pidió que no hablara, no quería volver a escuchar de su boca hermosa que todo estaba claro desde un principio, que eran libres, que amar no es sofocar ni poseer. Nicolás maldijo el instante en que eligió mentirse y pensar que si algo sucedía podría soportarlo y salir ileso. Ahora para no enloquecer necesitaba aceptar y creer, ya no se trataba de un juego. Miró a su alrededor, se buscó en los fragmentos del espejo y comprendió, cuando por fin vio su rostro, que ya era demasiado tarde.

fino.       Collage: Lily García.

Música: Scaramanzia. Redondos