Perdí las llaves, el tren y la cuenta
perdí las novedades, los sueños, las ganas de dormir
perdí tus caricias en las noches de tormenta
perdí el tacto, las uñas y la magia de intuir.
Perdí el tiempo, los zapatos, los cordones
perdí mi sonrisa cobarde
las manos invisibles en el fuego que arde.
Perdí un pedazo de algo que había perdido antes.
Perdí la vista y el grito en los terrenos baldíos
perdí mis amigos en corriente traidora del río.
Perdí las ventanas, las lluvias negras,
perdí el significado, perdí la condena
perdí la obsesión y la próxima reencarnación.
Perdí las naves, la clave
perdí la radio y mis calles,
perdí tus ojos lapidándome
y perdido por perdido fui olvidándome.
Perdí la manía de enderezar los cuadros
de revolcarme el en barro
y de escribir mi apodo en los baños de los bares.
Perdí el flash, perdí el encanto
perdí las marcas, las muelas
y la sangre piadosa del llanto.
No tengo más que echar de menos
o alguna cosa así...
Voy a encender el fuego sobre tierra mojada
mientras sople el viento roto de mi carcajada.
fino.
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