viernes, 23 de diciembre de 2022

Intuitivo.

 



                                                                         (Sincronía Infinito).

 La vista clavada en el infinito

detrás de formas y colores

que no todos ven

y que vos regalas.

La energía fluye

de una rama quebrada en el jardín,

de un sueño sin abril

que gira

que gira y promete volver.

 

El lienzo tensado

a medio pintar

bocas, mares, rosas y ojos,

seres dentro de seres

y tus manos abiertas hacia todos los mundos.

Es un loop,

un eterno retorno,

es volver a empezar

en cada rayo de luz.

 

Hoy, un resplandor atravesó

el cielo nublado,

el cielo cargado de adioses

de fuegos y silencios.

La música perfora los rincones donde habito

¿Cantas ahí?

¿Como brilla la vida ahí?

Los colores, ¿Son tan colores ahí?

Decime.

 

Tengo un crucifijo clavado en la frente

       (otra fe que mantener),

dame algo de tus ojos de antes

dame un poco de esa miel

que se va cristalizando.

Acá, mugre y sol

destrozando almas

llenas de rabia contenida,

como un vaso lleno de sal

acumulando distancias

y palabras por decir.

 

Hoy, la luna es parte del dolor

y mantiene tu silueta agazapada,

sin medidas,

en cámara lenta,

a pesar de nuestro llanto.

Manos, color, boca, ojos y voz:                           

            “...hasta en el silencio, yo te siento presente...”

 fino.              Collage: Lily Gar.

                                       Mùsica: Nuestro Fuego- Diego Gonzalez.

jueves, 15 de diciembre de 2022

PosData.

 

Hola ¿Como estás? ¿Hace frío por ahí? Acá es quince de diciembre. Está gris y pegajoso. Hace una hora que dejó de llover, salió de nuevo el sol y el vapor de agua se transforma en neblina y sube desde el suelo hasta cubrir los semáforos. Veo pero no. Autos, ruidos, transito acelerando poco a poco hacía las luces de la navidad. Hay nervios, electricidad corriendo a toda velocidad hacia esa media noche. Estoy junto a la ventana en los brazos de la primera cerveza del día, a pasos del medio día y con la espada de la melancolía sobre la mollera. Siento su filo a punto de atravesarme el cráneo, mientras “Mother Rose” perfora mis oídos. Tengo un montón de papeles incompletos que buscan el aire de la conclusión. Tengo las manos dormidas, un sol rojo y el cerebro cansado. Tengo ganas de que todo pase. Tengo ganas de encontrar otra voz, la mía me saturó. Por suerte la televisión de este bar está apagada si no mis ojos se quebrarían ante el terror de la calle. El mismo terror. Exacto.

Ya nadie me espera, nadie me escucha, ni falta les hace. Se terminaron los cumpleaños, se terminaron los abrazos y las canciones en medio de la madrugada, todos mis hermanos perdieron la apuesta y yo estoy pagando los saldos pendientes con un agujero en el pecho. Soporto el embate, no es cuestión de dinero, es cuestión de alma. Estoy anclado a este bar lleno de remendados y rebusco en mis suturas inclinado, sobre mi costado izquierdo, lo más fiel de mi pasado, lo más claro de lo usado. Ahí, en la calle, hay un Papa Noel de mentira dando regalos infestados de tapabocas manipulados, al tiempo que voy de la cama al living sin moverme de la silla. Lo veo repartiendo miserias a los seres olvidados, a la gente que está pidiendo, a la gente que duerme bajo el cielo de todos los veranos, a la gente enferma envuelta en pasta asesina... y yo atrapado en este estúpido sermón. Me tengo asco, lastima y miedo. Soy capaz de todo. No tiembles pero es verdad. No me tengas piedad, solo son confesiones de navidad. 

Hay miles de cadáveres animados implorando por otro día, por otra copa y son interminables las colas de inscripción en los colegios privados para pobres, como si esa fuese la solución, y solo es una manera de tapar el cáncer de la soledad. La salvación no se compra con dinero, ni fumando en la puerta lejos de la gente. Hay moscas sobrevolando el pescado podrido, hay cientos de preguntas sin respuesta y sin sentido.

Sigo pagando saldos mientras suena “Himno del Incendio” de los Hablan por la Espalda. Respiro. Gracias por la música, que sí salva. Me salva.

Hola ¿Como estás? ¿Hace frío por ahí? Contame, aun espero mi regalo de navidad. Aun espero alguna palabra, alguna señal. Me estoy apagando. Todos hablan, piensan. Nadie escucha. Contame. Whis you were here.

fino.

                        Del libro : Mil Bares           Música: No ordinary Love - Sade.

 

miércoles, 9 de noviembre de 2022

La pelusa de los plátanos.

                                                            

                                                              




La pelusa de los plátanos cae sobre la mesa como nieve, como lluvia alérgica azotando nuestros cuerpos doloridos, enfermos. Y eso no es todo, también está el viento, el asfalto hirviendo, pero sobre todas las cosas esta nueva soledad. Estamos sentados frente a frente afuera del bar, en una de las mesas que hay en la vereda. Estamos vacíos, sin hablarnos. El, hundido en la pantalla de su celular, yo, en mi taza de café. Ya no nos quedan cosas por hablar, los puñales ya atravesaron la carne, arrasaron, pasaron astillando huesos y años, anidaron en las entrañas. El daño está hecho. Pensar que en este mismo lugar, él me dijo que moriría por mí, que mis ojos lo habían salvado de todo. Ahora que lo pienso podría preguntarle si a ella le dijo lo mismo. Es difícil despertar así de un largo letargo, de una calma inmensa, del sueño inclaudicable de la felicidad. Fueron años, muchas noches y primaveras.

La patada que sentí en el pecho fue como un electroshock, me vi chorreando baba, apretando los maxilares sin protección hasta deformarme la cara. Fui un Dalí al rojo vivo, sangre caliente al rojo vivo, sangre caliente derramada al vacío. Él sigue chequeando correos y whastapp, seguro controla transferencias bancarias y llamadas, hoy es viernes y tiene salida de amigos. Mi café se enfrió y lo bebo sin asco en un ritual de desesperanza. No quiero mirarlo nunca más, mis ovarios se comprimen, mis ojos se van achinando y me nacen colmillos pero no deseo morder su yugular. Deseo que desaparezca y se lleve esa maldita sonrisa que hoy maldigo, menos mal que solo tenemos vicios materiales, cosas y fotos. No hay perro, ni gato solo las palabras que ya se llevó el viento. El viento de la mentira.

¿Y matarlo? Envenenarlo con todo mi odio y resentimiento. O tal vez acuchillarlo apretando con furia la daga del desprecio. Inútil. De nada serviría entrar en ese bosque espeso, son solo pensamientos escondidos en las sombras de mi mente. Impulsos encerrados con cuatro llaves en las paredes de mi cráneo, deseos solo aptos para soñar despierta, fantasías que se arremolinan en la nebulosa de la impotencia. En realidad ahora ya no siento nada, me abraza un témpano al tiempo que comprendo el poder del vacío. Su cara se va disolviendo, se va borrando. Años atrás pegábamos los recortes con saliva, incrustábamos a puro beso y sexo mensajes interestelares en las profundidades del firmamento. Construimos castillos desde los cimientos del abrazo y el sudor. Verlo pasar las pantallas con el dedo, es como morir de sed. Agarro mi cartera, la abro, saco el lápiz de labio. Me pinto sin espejo, beso por última vez una taza frente a él. Ya fue.

La pelusa de los plátanos sigue cayendo como nieve y lo congela todo.

Me levanto y me voy. Que pague la cuenta con efectivo, si es que aún le queda dignidad. Yo sé quién soy. Tengo la certeza que no todas las veces la muerte y el tiempo transforman la basura en oro puro.

fino.                                                                              

                                                                              Del libro: Mil Bares.

Mùsica:  Miedo y Canciòn - Diego Gònzalez.

martes, 1 de noviembre de 2022

El silencio del pensamiento.

 


                  

 

 

Siempre acodado. Atornillado a la punta derecha del mostrador, parado, con las nalgas apenas apoyadas en un banco alto que, mágicamente, sostenía el peso inmenso de su cuerpo cansado.

-Quién este libre de pecado que escupa hacia arriba o tire la primera piedra -le dijo a nadie, al aire mudo que lo rodeaba.

Con ojos nostálgicos y enrojecidos miró hacia la nada, su propia nada, bebiendo con lentitud, saboreando el alcohol como si fuera un manjar mil veces deseado.

-En un momento estás vivo, feliz, al minuto siguiente estás muerto y seco como una hoja de otoño.

Silencio. Solo silencio rodeándolo. A los ruidos de los vasos, cubiertos y platos chocando se los tragaba la distancia que lo separaba de todo, de todos. El bullicio de las conversaciones de los clientes del bar se perdía, no llegaban hasta su planeta, y tampoco le importaba.

-Y lo peor viene después. Son capaces de transformar en dioses, en mártires a misóginos, racistas y déspotas. Peor, trasforman en crack a cualquier hijo de mil puta. 

Apenas hizo un gesto con la cabeza al mover su vaso de lugar, lo corrió cinco centímetros y dejó sobre el mármol blanco un dibujo circular frío y perfecto.

-Yo acá, siempre, en el mismo lugar, al sur de esta patria desterrada, mal hablada y podrida. Pero tengo las manos limpias, secas de sangre y mojadas de sudor. Y eso es lo que me tomo. Manso. Acá. Siempre.

Después de vaciarlo llevó el vaso a su lugar primario, sin dejar el más mínimo rastro de movimiento, arrastre o derrame.

-Morirse, debe ser la solución para mejorar a los ojos de todos ustedes, los sordos. ¡Mozo! Serví la vuelta.

Silencio, solo silencio rodeándolo.

Se acomodó el traje, barrió las arrugas del pantalón con la palma de la mano. Después atacó la corbata, dejando el nudo perfectamente alineado en el centro del cuello de la impecable camisa blanca. El portafolio seguía estático a su costado sobre otro taburete.

-Morirse. Después de algún tiempo de dolor y llanto, seguro llegarán otros amores, otras felicidades. Llegarán otros, otras miserias y desastres. Un día se vuelve a reír, vuelven a darse la oportunidad de seguir viviendo. ¡La calesita hermano, así que no me mientan!

Levantó la mano intentando llamar la atención del mozo para que volviese a servirle. Cruzaron la vista y sin el menor gesto, el empleado detrás del mostrador vestido de un perfecto negro, descolgó del cristalero de bebidas la botella de whisky, también con una etiqueta perfectamente negra.

-¿Quien nos hace creer que ser el uno y con fama de cabotaje trae felicidad? ¿Quien nos llenó la cabeza de que correr una zanahoria de guita puede taparnos el bache? ¡Cuentos de éxito y ganadores! Estamos todos locos. Todos locos y felices por ser absolutamente infelices.

Seguía parado ahí con la punta de las nalgas en la banqueta, apoyado en un punto minúsculo, haciendo contacto con el mundo, con el poder en la boca, sin baterías, sin wifi ni corriente alterna. Todo el poder en la boca, hablándole al aire, al silencio. La soledad le agujereó la vista, se sintió más insignificante que nunca al tiempo que  abría un portal hacia el infierno. Hizo girar el anillo dorado y grueso que estrangulaba su dedo anular. Uno de sus tantos anillos en uno de sus dedos. Antes de abandonarse repitió el gesto hacia el mozo. Y ahí le llegó la única voz, el único ruido de esa noche: el liquido cayendo en una cascada asesina desde el pico de la botella hacia el medidor levemente inclinado, el rebote amarillo al llenarse, el ronroneo de la lluvia derramándose sobre los helados cubos de hielo que ,sin fe, cubrían el fondo de un vaso infinito.  

fino.                                             

Del libro: Mil Bares. 

Música: Voce nao me ensinou a te esquecer - Caetano Veloso.

viernes, 21 de octubre de 2022

Me quedarían bien tus manos.

                                                            


                       

Me quedarían bien tus manos

tapando mis agujeros,

me aliviaría la herida tus ganas de reír,

tus caricias que dan calma

mientras intento dormir.

 

Te quedarían bien mis besos

alguna tarde de otoño

o cuando falte aire,

cuando sople fuerte el viento

cuando mientas por no herir.

 

Me quedarían bien tus brazos

rodeando mi cuerpo frío

cuando la madrugada marque el camino

y sean solo gritos

los que lleguen desde el río.

 

Te quedaría bien mi destierro

masticando infiernos viejos

para dejarte libre, al descubierto

soltando amarras y tiempo,

para que me uses como alimento.


fino.

                           Músicas:

 Seguir viviendo sin tu amor - Luis Alberto Spinetta.

 Como un perro - Luis Alberto Spinetta

miércoles, 28 de septiembre de 2022

Hasta donde sé...

                                                                       


                            

Hasta donde sé

por las venas de tu amor

vago,

como trueno entre hojas de otoño

ya no es necesario despertar.

Quedó desangelado el sueño

de ojos rojos y de rosas

de ojos negros y espinas

de ojos verdes, salados...

voy haciéndome carne.

 

Hasta donde sé

no hay nada diferente,

el vértigo pasó

y descansa en un papel,

en las flores del tiempo.

 

Hasta donde sé

el tono gris sigue sosteniendo la melodía,

en carne viva

quedó la vieja alegría

hasta donde sé…

 

La trampa a los santos

a los susurros oscuros

voy colgado de una estrella.

Te amo y hasta donde sé

ya no es cuestión de fe.

 

fino.                        collage: Lily Gar.

 Música: Still loving you - Scorpions.

 

viernes, 9 de septiembre de 2022

Cuánto Sol.

                                                                     

                                         



-Cuànto sol, cuanta luz -se mintió.

Aunque si, se había terminado la oscuridad y las palabras que la unían a él. Fue tan efímera y frágil la felicidad, tan llena de insignificantes cosas bonitas que, sabía, no valían un solo gramo de su dolor.

-Si amor, deseo descansar de tanto soñar -dijo en voz baja sin que él escuchara.

Pájaros mudos cantaban en el jardín y niños invisibles iban camino al nirvana. Solo le restaba saludar o beber una limonada fría bajo el alero lleno de flores coloridas. Alero y flores que no existían, que jamás existirían y donde el sol nunca se escondería.

Ese era un mural eterno para el punto máximo de alguna felicidad verdadera. Ahora, la despedida y los vestigios de una inmensa mentira. “Para que reescribir tanta basura, mejor sonreír. Adiós” pensó.

Antes de cerrar la puerta y subirse al auto, giró la cabeza y lo miró dormir. La saliva dejó sus labios y cayó sobre la alfombra gastada de ese cuarto de mala muerte. Encendió el motor, salió pisando suave el acelerador sin otra certeza que encontrar la ruta hacia su lejanísima y casi olvidada Montevideo. Miraba por la ventana conduciendo y fumando. Al final de todo, ya no quedaba casi nada, solo vacío y descomposición, el resto sería una historia descarnada que alguna vez alguien escribiría. Se perdió desde el pensamiento mirando la gente que desfilaba a los costados del auto. La anciana envuelta en un saco triste y caro, una pareja adolescente de pantalones rasgados y con los ojos incrustados en los teléfonos, un borracho enroscado en un semáforo esperando que la luz amarilla y el mundo dejaran de temblar.

Autos, bicicletas y motos arremolinándose en la tarde, frente a sus ojos húmedos que se vaciaban en una película muda mil veces vista. Otra vez blanco y negro. Otra vez huyendo sola y sin nada más que la muerte de otra esperanza.

Él dormía.

 fino.

       Collage: Lily Gar.

Música: Depois - Marisa Monte.

viernes, 19 de agosto de 2022

El ojo de Horus.

                                                                 

Escribía pensando en el, para cuidarlo, para iluminarlo. Dejaba en el camino letras sueltas como caricias, como agua. Nunca pensando en otra cosa que no fuese robarlo de las fauces del olvido. Algunas veces se prometía no volver a hacerlo, pero en los saltos, en el reflujo de su alma, el siempre asomaba buscando aire cuando todos los espacios se quedaban en blanco. Y ella se ataba a los flancos de barcos hundidos, se escondía en los agujeros del silencio indiscreto, otras veces flotaba entre nubes imprudentes o en el ensueño gélido de alguna eternidad. Esa que nacía con fecha de vencimiento. Esa que se escapaba apenas cerraba los ojos.

Ella escribía sobre servilletas, sobre hojas y papeles sueltos, en los bordes libres de los diarios, en bolsas de panadería, en libretas burdas o exquisitas, en la arena de la playa. Simplemente le escribía.

Escribía tirando letras al viento o en las bocas de tormenta, en los baños de los bares, sobre la carne quemada, dentro y fuera de si. Gastaba tinta imaginando su cara, su modo de decir, rayaba con trazos gruesos jeroglíficos inútiles que ninguna civilización sabría comprender. Sabía que era tonta. Juraba que era tonta.

El leía pensando en ella. Leía palabras que desconocía, un lenguaje perdido en la distancia, en el silencio. Como siluetas que se borraban apenas llegaban a la esquina, sus manos sostenían ventanas invisibles y lluvias de color azul. Dentro de todos los marcos leía las mismas pinturas que ella escribía. Meta mensajes, satélites perdidos, estrellas vencidas y soles marchitos. Todo el dolor envuelto en la grafía narcótica del amor. Y se mentía, y se reía. Lloraba y se mentía. Se distanciaba y más se unía. A través de agujeros negros el leía, se hacía trampas al solitario mientras jugaba con todas las cartas que le faltaban al mazo.

Y un día sin mirarse se pudieron besar. Se acariciaron las manos en el fuego del instante. Cinco besos perdidos en la inmensidad de las palabras, de las letras, del destino emperrado en buscarles un nombre. Sentados en el bar de la ausencia, bebieron con las peores copas la mejor bebida. Sueltos y atados a las raíces del tiempo muerto construyeron un idioma inentendible, el de los solitarios.

Y supieron que el día llegaría, donde él ya no escribiría y ella ya no leería.



fino.                               

                                                          Adelanto del libro "Mil Bares".

Música:  I Try - Macy Gray.


jueves, 18 de agosto de 2022

Una simple jugada de ajedrez.

                                               


                                  

Detrás de esos ojos marrones estaba la música que buscaba desde hacía mil años. Cansado de escupir y besar bocas infieles, respiró al verla sentada frente a él en la otra punta de la barra. Respiró, solo eso. Lo supo de inmediato, con solo verla. Cualquier paso en falso que diese, cualquier estupidez que saliera de sus labios sería el fin. Antes del comienzo, el fin, como tantas veces, como tantos cálculos errados.

Ella fumaba, implacable. Aspiraba el humo que inexorable y lento se incrustaba en su boca, en sus pulmones cansados. Inflaba las mejillas y abría la boca como un pez fuera del acuario. Fumaba, mecánica e insatisfecha. Con la copa tenía otro trato, los sorbos eran leves, pequeños y el tannat teñía envolvente el cristal para luego replegarse, espeso y negro, hacía el fondo. Algo sucedía. El deseaba descubrirlo. Ajedrez. Ella miró su reflejo en el espejo tras la barra, se vio y sacudió la cabeza negando lo que veía. El la buscó en el mismo espejo con la intención de trasmitirle su deseo a través del vidrio frío del quizás. Ella lo vio. El le sostuvo la mirada. Juntos en el punto neutral de la distancia. Ella sin sacarle los ojos de encima, desafiante, levanto su copa y de un trago vació el contenido. El levanto su vaso a la altura de los ojos y sin hablar dijo: salud.

Lo que son las copas, lo que es vida, alineando cadáveres exquisitos en cualquier lugar del mundo, a cualquier hora, sobre todo cuando la posibilidad de morir solo y abandonado es la única certeza.

fino.                                                         

                                      Adelanto del libro "Mil Bares".

Música: Fumar de día - Marilina Bertoldi.


sábado, 30 de julio de 2022

Kintsugi.

                                                       

Sé que llorar no es purgante, ni salvoconducto. Sé que llorar no apagará mis dudas. Sé que llorar no solo es marcarme la cara, es un poco de reestructura, una húmeda y salada reestructura. 

Dejo la silla deformada de tanto incrustarle mi cuerpo sin piedad, en días así es imposible dejar la máquina de escribir. Las botellas vacías se van acumulando, como las puntas, los envases secos de agua y los papeles arrugados luego de soplar los apuntes sobre el teclado. Es un sismo descubrir como se mete tu sombra por debajo de mi puerta, tu imagen dormida y sin amor. Tu imagen sin cara y yo soñando con un amor de otro planeta. Estúpido e inocente, creyendo en los reyes magos, creyendo que mis palabras te llegaban tanto como para enamorarte. Pero lo oscuro de todo esto es que cada vez hay más y más mentiras que se van acumulando dentro de mi cabeza. Yo, intrascendente, pensé que se trataba de una broma. Preferiría mirarte a los ojos y soñar con fuego como si tu saliva pudiera ahogar las llamas. Fui creando llagas, dándote por dulce el veneno que yo mismo comería. Ahora siento que el aire no sube, se queda pegado a tu lado y forma un dibujo que trae burbujas desde el fondo de tus manos. Siempre igual, soy incapaz de vivir sin una flor, sin una cruz, sin un amor, la vieja costumbre de descorrer las cortinas. 

Te imagino mordiendo otros cuellos, solo imagino, no hay falla. Darte mis huesos calmará el deseo pero estoy obligado a seguir andando. Estamos frente a frente y aun no me has hablado. Ahora veo tu espalda rumbo a la calle, pero peores sueños he tenido en la nieve y tu amor siempre es un revolver perforándome la sien.

fino. 

 

Música: Love Song -The Cure.

sábado, 23 de julio de 2022

“… you crazy diamond”

                                                                                


         La canción entró por mis ojos,

          por mi cuerpo y oídos,

         bajó por mi brazo, se hizo carne.

          Me rodearon mis muertos,

          vinieron a escuchar :

                    (Kitto, desnudo, cocinaba pastillas

           iniciando el camino de ida.

           El Gitano afilaba agujas

           en su mandíbula cuadrada

           procurando apresurar el tiempo necesario.         

           Gonzo asesinaba sus sueños

           con silencios desde el rincón.

           Danilo simplemente esperaba,

                           adormecido,

           con caleidoscopios en lugar de ojos).

                   Vi sangrar el cristal,                   

           lloré mientras el prisma giraba

           proyectando su arcoíris sobre la multitud.

           El fuego bailó

           y una lluvia de sangre apagó las velas.

           La canción,

           finalmente,

           entró por mis ojos.

           Una catarata de recuerdos

           llegó a saludar,

           a limpiar los restos oxidados

           a descascarar los recortes pegados en la pared.

                    (Hello, hello… is anybody out there?)

           La canción entró por mis ojos,

           por mi alma                                                         

           y más solo que nunca

           no pude dejar de llorar...los.

                                          

                             ( Gracias R.W ) 

fino.

Música: Confortably Numb - Pink Floyd.

jueves, 14 de julio de 2022

Yo quiero... y vos qué?

 

 

                                                   

En tanto caminas por quién sabe que lugar, te dibujas ante mí, en este cuarto, frente al viejo espejo, y tu pelo cae desde la almohada iluminando la habitación. Tus ojos reflejan otro mar, distinto, distante. No todo se da, por eso te espero frente al espejo.

Quiero volver a estar, tratar, fingir que nada ocurrió y comenzar, como antes, comenzar como si pudieras volver. El reino está distante, me cuesta creer en ídolos recortados en papel, en los semidioses que adornan las esquinas.

Voy andando, cambiando de lugares, cambiándome la ubicación del corazón hacia el lado que menos duela, mientras que el agua corre junto al cordón de tu vereda.

Tengo las ausencias, tengo la soledad, tengo pánico. Trato de beber pausado, para serenarme, y el recuerdo me parte la esperanza. Estás tan lejos que no puedo tocarte... y me hace tanto mal.

Es hora de cambiar el disco (terminó) y poner ese blues que nadie entiende. ¿Vos sabes, verdad?

Me dejaste desnudo, mis piernas piden parar, piden partir…             No quiero más este tonto ajedrez. Quiero cruzarme en tus ojos, aniquilar ese último acorde, saber si lo puedo lograr.

No sé bien como es, si son flores carnívoras o es solo jugosa piel. No sé bien como es, quiero pedirle al río que te traiga, si es que vas a venir. Tìrame una punta, algo que calme esta obsesión, mientras tanto marcaré con algún tipo de fuego mi piel.

Yo quiero… y vos qué? Júntame los pedazos, las cenizas y la foto en la pared.

Yo quiero… y vos qué? No te quedes sin llorar, acércate a la ventana, saluda desde el balcón, júntame los pedazos y escríbeme una postal.

No te quedes sin llorar, no hay nadie cerca. No hay nadie. Junta mis cenizas, haceme un funeral, enterrame en el jardín antes del alba, antes del amanecer.

Yo quiero… y vos qué? Es mi última pregunta, es mi última oración.

El cuarto quedó apagado. El espejo se rompió, otra vez la soledad.

Yo quiero…

y vos qué?

 

 fino.                 Collage: Lily Gar.

Música: Never forget my Love - Joss Stone.