“Dejar las harinas. El alcohol. Los dulces y las ganas de inmolarme. Abrir una a una las ventanas y pensar en soluciones sensatas para no ahogarme en las garras de este rencor."
Si todo fuese así de fácil, seguramente sería otra mujer. Pensó.
Mirándose al espejo, desnuda y con las manos enredadas en los vellos del pubis, lloró. Su cabeza distópica penaba en la penumbra. Fue hasta la heladera y destapó una cerveza negra. Bebió del pico y luego prendió un porro.
Fumó. Bebió. Fumó. Bebió.
Le llegaron los paisajes de siempre, las vueltas de su calesita, las prioridades, la paranoia, los espacios vacíos y las ganas de no ser ella. Su perro se acercó sigiloso, la olfateo y le lamió la herida abierta que tenía bajo la rodilla derecha. Volvió a olfatearla y con un gruñido ahogado, dulce, le hizo saber que la amaba.
Ella fumó. Bebió. Fumó. Bebió.
Aferrada a la botella y con los ojos húmedos de la redenciòn repasó nuevamente su lista. “Dejar las harinas, los dulces, el alcohol y sacar a pasear más seguido al Manchas”.
fino.
Música: Somebody already broke my heart - Sade.
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