martes, 30 de mayo de 2023

Melatonina.

 

                                                                   

           

Voy a morir en el año dos mil y pico. No me quedará tiempo para algunas cosas, seguro sobrará para otras. No me quedará tiempo para ir a la luna, si para llegar hasta allí. Perderé la ilusión de que muchas cosas cambien pero encontraré otras en las que creer. No tendré tiempo de tener más hijos, los que tengo me desbocan el corazón solo con mirarme. Son mi vida. Tampoco alcanzarán las horas para reparar todo lo que rompí, las heridas que cause, los llantos que provoqué, solo puedo decir: lo siento, lo hice sin querer. Y esa es la verdad, aunque en algunos casos la verdad sea el refugio de los cobardes. Es que el tiempo cambia los ángulos, los límites, las líneas de emergencia, y lo que alguna vez fue una caricia, quizás ahora solo sea un hilo de cristal.

No me darán los años para tapar las grietas de las manos astilladas ni las creadas por la distancia, pero nadie pide piedad si primero no hay dolor. Seguramente no podré espantar los lobos que asechan en la oscuridad, tampoco los que lamen su pelambre bajo el sol como gatos de vidriera. Talvez pueda aullar mal herido en cualquier cielo estrellado y recordar lugares, gente, cúpulas lejanas, mapas o canciones de amor. Talvez pueda olvidar encierros, cárceles, gritos, silencios, heladas y maderas podridas. Tal vez pueda recordar amores gastados, paisajes, besos, días de sol y hierro fundido.

Es solo tiempo, sanaciones del futuro ante la demolición del pasado. Las disculpas del caso.

Perdón.

El mundo muta en cada segundo y no tendré tiempo para no sé qué. La vida cambia, va girando, seguramente hoy sea mejor que ayer para algunos y para otros todo lo contrario. De contradicciones se vive. El que esté libre de piedras que tire la primera culpa. Las mías ya las sabés.

Voy a morir en el año dos mil y pico. Dejaré de respirar aire contaminado y de tomar agua intomable. Ya dejé de comer y de rascarme cuando pican los zánganos. Dejé los platos lavados y la cocina planchada, la televisión descongelada y las tazas sucias de café. Mataré dos pájaros de un tiro con un rifle descargado. Intentaré pagar las cuentas, si es que este dinero alcanza para algo.

Por lo pronto escribo estas palabras para que mi testamento deje de ser imaginario. Moriré en el año dos mil y pico, no sin antes decir, por millonésima vez: te amo. Te Amo.

fino.

  Música:  Pra onde voce vai - Lobao

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