Desde donde estoy parado puedo ver el mar pegado al horizonte.
Es un piso once y salvo por un edificio que rompe las bolas metiéndose en la imagen la vista es casi perfecta. Estoy a dos cuadras de la rambla. A dos cuadras del Río como Mar. Desde aquí cada mañana podría sacar fotografías hermosas cuando el sol despierta y se levanta del sueño oscuro de cada día. Mientras bebo pequeños sorbos de un té hirviendo, pienso que esta vista y este momento serían perfectos si no estuviese esperando ansioso el momento de irme a casa. Pero que la vista es casi perfecta nadie lo puede negar, ni yo.
Son cerca de las cinco de la mañana y mientras la claridad lenta empieza a aniquilar lo que falta de la noche, pienso que el mar me gusta muchísimo más desde la orilla, desde mis pies mojados por el agua salada y la arena húmeda. El mar es el mar y ni el machacante teclado Vox Continental de Manzarek, que suena de fondo mientras tomo el té parado frente al ventanal, puede sacármelo de la cabeza. El mar es el mar.
El sol está por asomar desde el agua y la luz que desparrama hacia el cielo tiñe el horizonte. Es indescriptible la cantidad de colores y texturas que se incrustan violentas entre las nubes. Imposible de describir, al menos yo soy incapaz de hacerlo. Ahora suena Hendrix y hace justicia a lo que veo.
Hay momentos en que hay que creer en los dioses o en los mensajes que nos suelta el universo. Creer o reventar. Crear o reventar. No puedo despegar los ojos de lo que se produce allá en la distancia, en la cercanía, en mi cuerpo y corazón.
¿Cuánta gente estará despierta mirando algo similar a lo que yo veo ahora? ¿Cuántos desde la arena? ¿Desde cuatro paredes? ¿Cuántos desde un cerro? ¿Cuántas? ¿Cuántos?
Si existiese una manera tangible de conectar y medir la energía que produce esta visión en las personas que lo ven en este preciso instante tal vez se pudiera cambiar alguna cosa de este mundo que camina rumbo al precipicio.
Yo terminé el té y el sol de romper la coraza de agua y misticismo.
Es él quien nos aplaude ahora y se encamina a despertar al resto de los seres en esta parte del planeta.
A mi ya me besó los labios y puedo dejarme de joder con la poesía estúpida y el romanticismo hipócrita. A la mierda con la salida del sol.
Tengo que terminar de trabajar para poder irme a casa.
fino.
Música: Sale el sol - Martin Buscaglia
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