martes, 9 de abril de 2019

Lo que dice el espejo.

                                                                            

                                                                       




Los gemidos de Alicia haciendo el amor en otra habitación, lo sacaron de los pelos de un sueño profundo. Nicolás quedó petrificado de cara al techo rodeado de una oscuridad siniestra. Estiró la mano hacia el lado que ella ocupaba en su cama con la remota esperanza de encontrarla y de que esos gritos de placer no estuvieran saliendo de la boca de su Alicia, pero solo encontró vacío en esa parte del colchón. Volvió a escuchar los gemidos, sintió las paredes de su mundo derrumbarse. Se levanto envuelto en el caos que genera la frustración y el desencanto, caminó hasta el baño y de una trompada agujereó la puerta congelando el fuego que ardía implacable en el otro cuarto. La casa quedó en silencio. Nicolás entró al baño y cerró la puerta de un portazo. Se metió bajo la ducha, abrió las canillas con la desesperación de un adicto, le temblaban las manos, las piernas, estaba parado frente al abismo de la tristeza más nociva que en su vida había sentido. El agua tibia comenzó a caer sobre su cuerpo apaleado, respiró profundo intentando aliviar la presión que le aplastaba el pecho, pero hay dolores que ni toda el agua de un río logran calmar. Supo que todo lo que pudiera decir o hacer sería insuficiente, de nada serviría el consuelo miserable de la violencia, era insoportable respirar el final del amor. Alicia abrió la puerta y su desnudez terminó de masacrarlo. Con un gesto mínimo de su mano, el le pidió que no hablara, no quería volver a escuchar de su boca hermosa que todo estaba claro desde un principio, que eran libres, que amar no es sofocar ni poseer. Nicolás maldijo el instante en que eligió mentirse y pensar que si algo sucedía podría soportarlo y salir ileso. Ahora para no enloquecer necesitaba aceptar y creer, ya no se trataba de un juego. Miró a su alrededor, se buscó en los fragmentos del espejo y comprendió, cuando por fin vio su rostro, que ya era demasiado tarde.


fino. 3/2019.

1 comentario:

  1. Tremendo.
    A veces, con tal de conservar a la persona amada, cedemos en cosas que no podríamos quizás imaginar. Nada tiene que ser en contra de nuestra coherencia. Aceptar lo que no aceptamos en algún nivel de conciencia, aplasta, destroza...y acaba con lo que creíamos construido.
    Bueh, ya me fui por las ramas.
    En todo caso,me encantó.
    Me gusta mucho como contás las historias.
    Un abrazo.

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