martes, 28 de mayo de 2024

Gaviotas

                                              
                                                                         

              

Te llevo en la balsa, aquí, a mi lado. El mar se va comiendo el sol anaranjeando la tarde. La brisa suave nos arrastra y el susurro del agua golpea los flancos del bote inflable. Asusta esta calma. Asusta y duele de solo imaginar lo que se nos viene, pero por suerte estás acá. Por suerte estamos juntos, ya pasamos varias veces por esto, calmas y tormentas. No quiero despertarte, mereces el descanso, padeciste el agotamiento de más de tres días en vela cuidándome, hasta que me pasó la fiebre y el delirio. Nos queda muy poca agua y una galleta envasada al vacío, galleta espantosa, vieja y dura. No sé que vamos a hacer, nunca supe pescar ni hacer reparaciones o cosas raras con las manos, me refiero a crear cosas con retazos, algo que nos cubra del sol, de la lluvia o de la desesperación. Nada. Cero manualidad. Esa te la debo y por más que lo intenté solo conseguí desperdiciar los materiales y las oportunidades, convertí todo en un caos, en cosas destruidas, cosas inútiles transformadas en cosas más inútiles. Siempre fui un negado en eso, y en otras cosas, pero no te quiero aburrir ni molestar con mi mala energía y mis malas vibraciones.

Soy un espanto y parte de lo que estamos pasando fue por mi culpa. Pero ahora tengo que pensar en positivo y hacer mi mejor intento para que salgamos de esta. Te lo prometí. Nunca entendí lo que pasó, los movimientos bruscos del barco, el chirriante ruido de los hierros retorciéndose, los gritos, los llantos y el agua. Millones de litros de agua tapándonos de un segundo a otro. No sé como pasó ni qué paso. Solo sé que te aferré la mano, que la otra tocó este maldito bote y que subimos arrastrándonos cubiertos por montañas de agua salada.

No sé lo que pasó ni tampoco importa, solo importás vos, que me salvaste, que nos salvamos mintiéndonos como animales desesperados en este salvavidas inflable, gigante y minúsculo. Que importa lo que pasó. Ahora solo deseo salir de acá y llegar a algún sitio en tierra firme, donde podamos descansar de verdad. Hablo de todo esto en voz alta o lo pienso, ya ni sé, pero te lo cuento, aunque ya lo sabés, lo digo porqué necesito hacer el ejercicio mental para mantenerme despierto mientras vos descansas. Necesito que cuando despiertes estés fuerte para cuidarme otra vez. Prometimos protegernos, llegar juntos, vivos y enteros. Lo juramos mientras reíamos recordando esas historias de náufragos y pelotas de voley, de capitanes y ballenas blancas, de pescadores de peces gigantes, de sobrevivientes solitarios en islas desiertas. Lo juramos riendo. Que bien nos vendría una isla desierta o poblada, qué importa. Qué me importa. Perdón por mis gritos, pero solo intento manipular el dolor, despejarme de las malas sensaciones. Voy a tomar otro trago de agua, seguro que mientras yo duerma, vos también lo vas a hacer. Trampas al solitario, cuestión de sobrevivencia, llamalo como quieras. Perdoname, yo que te voy a perdonar. Ahí en el cielo veo algo ¿Es una gaviota? Si es una gaviota estamos salvados, al menos eso dicen los navegantes experimentados. Eso indica tierra a la vista, pero desde acá no puedo ver mucho, desde acá veo la vida recortada por el filo del bote. Estoy cansado, los ojos se me cierran, ahora te toca a vos cuidar, pero sé que estás cansada. Yo no sé ni donde estoy y ese pájaro de mierda que da vueltas sobre el bote parece que solo esta buscando un lugar donde cagar, donde cagarse en nosotros. Gaviota de mierda, si es que sos una gaviota. Me duermo carajo, mejor me mojo un poco la cara para despabilarme. Que cosa, no tengo fuerzas ni para levantar el brazo y juntar un poco de agua con la palma de la mano. Todavía estoy débil. Y voy y vengo como el agua que nos rodea y empuja. Para colmo se hace de noche a la velocidad de un rayo, seguro que me voy a dormir. ¡Despertate que me duermo! Te toca a vos ¿Me escuchas? ¿No me escuchas? ¿Estoy gritando o pensando que grito? Ya no entiendo nada. No me quedan fuerzas. La luna desanda el camino del sol ¿Chocaron? ¿Se fundieron en una sola cosa? Puedo escuchar el sonido del agua pegando en la goma. El sonido de mis párpados chocando entre si. El sonido de las estrellas titilando. El sonido del sonido. El sonido de la piel desprendiéndose de tus huesos resecos.  

 

fino.

 Música: No way  - David Gilmoure.

martes, 21 de mayo de 2024

Otos tiros.

                                                                 


Una bala rondando la cabeza, los sesos, el alma y el infierno.

Ella, gastada y desbordada encontraba en el riesgo frío del metal un rayo tibio de sol. De sol negro, sol al fin. Respirando lento frente a un espejo turbio pudo dibujar el primer metro de un mapa que quizás, si había suficiente aire, podría recorrer sin dolor. Era el centro de un reloj-ciclón en medio de la ciudad, era la maldita pesadilla de los santos caídos, un verbo difícil, inconjugable.

Dejó caer el peso muerto de las seis luces solo abriendo la mano, que no movió, que no tembló, solo separó sus dedos, quedó en su mano hueca otra arma imaginaria, la mano de la duda.

Giró sobre los talones. Buscó algo de ropa. Una remera. Un pantalón pescador negro y el brillo opaco de sus ojos detrás de los lentes.

Las goteras interminables de la indiferencia cayeron implacables sobre su cabeza embotada. Tiempo de cambio. Tiempo de volver a respirar en paz. Los escalones a la puerta bajados de dos en dos, los dedos fríos de los pies comiendo restos mal barridos.

La salida. El portazo, el brillo ruidoso de la tarde.

Chispazos. Tiros. Otros tiros.

Un paso tras otro sobre la vereda áspera, un Ángel-Wenders a la vista de quien desee ver. A ella no le interesa ver, es una marioneta colgada del cielo, caminando, volando, limándose los pies en baldosas flojas y grises.

No ve niños saliendo de la escuela, no ve bolsas de mandados, solo ve  cruces de caminos y cuerpos chocando contra otos cuerpos sedientos por llegar. No ve las ventanas abiertas, las cerradas, las bocas de tormentas y el tráfico al rojo vivo. No ve en no verse.

Ella no. Las mil cabezas del monstruo, las manos en los bolsillos conservando el hueco del vacío.

La sed comenzó a golpearla, sed de terremoto, sed de patada en el pecho.    El agua es para los desahuciados.


fino.             Pintura: Diego Soria.

Música: I'm Losing You - John Lennon

miércoles, 15 de mayo de 2024

El cuarto del fondo.

 

 


En el cuarto del fondo siempre hubo diarios amontonados. Muchos diarios con destino de almacén a cambio de unas cuantas monedas. El cuarto del fondo, depósito de tesoros desparramados, oasis del tercer mundo. El misterio vivía ahí, en el cuarto del fondo. Antes o después de nosotros durmieron mis viejos, Roque, mi primo, mis tíos, y los fantasmas. Pasaron camas, sueños, sudores y la religiosa marcha del segundero. Pero ya nadie duerme ahí, en el cuarto del fondo. Persiana rota, parquet añejo de tiempos cálidos. Tus ojos, sus manos, sus medallas, la colección de latas y afiches del cine Copacabana. Los reyes colgados de la ventana con el maldito cola-chata que nunca me dejaron. Los pasos de mi viejo llegando por el corredor, hasta el cuarto del fondo. Hasta que dejó de llegar.

  

fino.

Música: Deja su lugar - La Triple Nelson.

lunes, 13 de mayo de 2024

Carne Quemada.

 

Ahora las ganas de mirarte se rompieron contra la escollera. Olas encapsuladas en cuencas repletas de un rencor oscuro. El eco de tu voz repiqueteando incesante va alejándome, destripándome sin límites ni piedad.

No tengo ganas de verte. Te separo en mil partes sobre la vereda del tiempo. No quiero oírte. Ya pasó la fiebre, la locura y las brasas de la primera vez. Duele. Duele mucho. Hoy las cosas son así.

Volvió el centro de gravedad a hacer girar el mundo, a mover los planos y las paredes, volvió el aire que faltaba. Las bocas de madera y los perros callejeros con sus quejidos agudos van inflando la madrugada, que poco a poco se mete por los poros, por los ojos, por los oídos y en  la carne congelada de la resurrección.

Desertores y perdidos vamos en procesión hacia la punta de cemento que se incrusta en el mar sin encontrar, finalmente, la paz.

Estúpido. Siempre fui un estúpido. Y ahora sin ganas de mirarte, sin fe, sin fotos ni negativos, algo se rompió y la estrella tatuada en tu piel arrastra toda ésta basura indigesta, ingobernable.

Amigarme con las tunas, enemistarme con las rosas de papel, rasgarme los brazos con sus espinas y tallos hasta curarme de sangre y veneno... talvez.

Ahora las ganas de mirarte se rompieron.

Quedan algunos destellos de otras ganas, de otros olvidos sin música ni tiempo perdido. Solo me resta no bajar la guardia para no esperarte nunca más.

Las olas rompen el murallón, la espuma lava la superficie gastada por millones de pasos, pero no pueden desanclar los fantasmas. Voy merodeando las grietas imaginando que nunca se abrieron, que nunca sufrieron lo que nos tira el mar.

fino.  

                Collage: Lily Gar.

Mùsica: Dale Gracias - Spinetta Jade.

 

 

lunes, 6 de mayo de 2024

Cronos.



La profunda pesadez del tiempo perdido cae sobre los edificios destruidos. Dejó mis manos atadas después de tanta fábula y olvido.

Te busqué, estabas envuelta en telarañas. Te encontré, como siempre, era febrero. Tenías como sudario brasas en lugar de ojos, te llovías dejando una estela de luces enfermas. Ibas apagando todas las máquinas. 

Yo con pasos lentos, pegajosos, sobrevolaba el dolor incrustándome en los cuadros que alguna vez habías pintado. 

Volé de un solo tiro las cerraduras y los platos sin comida, volé sobre las sombras grises de aquellos días. Te encontré envuelta en cuero, agitando al viento la cadena de las palabras. Te encontré, sobre la tumba de Teseo.

El reloj deshojo su camino ancestral, borró de un plumazo y en reversa pedazos de vida para darte el lugar que pedías. Hay una luna sin fuego que cuelga del cielo y alumbra con lo que puede, alumbra y se va, bajo el saludo implacable del sol.

Como son las cosas, juraste sobre biblias y cartas borrosas que nunca, nunca me mentirías. 

Te encontré, era febrero.

Las caricias murieron en un pantano congelado que no supimos recuperar, perdimos casi todo lo que teníamos pegado en los huesos.

Esa película re-vista que se comió la noria, como una mano invisible cansada de sostenernos el cuerpo fugitivo, descolgado, perseguido. Febrero. Opaco. Mustio. Apenas dejó algunas marcas en suelo que nos dicen por donde no volver a pisar. Es suficiente para mí.


fino.

Collage: Lily Gar.

Música: Sable Chino - Fito Páez.