Voy en un viaje a través de la noche sin mis medias blancas aguantando el frío que nace desde el piso. Necesito atravesar de una vez el vendaval de sus mentiras. Necesito un trago de cualquier bebida maldita. Eso ayudaría. Necesito el gusto ácido mal oliente del alcohol. Necesito llegar hasta el fin de la noche, la de hoy o la eterna.
Sus manos ya no me importan, dejaron de moldear cada rincón de mi cuerpo. Bastó una sola palabra de sus mil palabras. Una palabra. Ya no quiero más. Estoy cansada de la misma miseria repetida hasta el aburrimiento, harta de las huellas incrustadas en la calle por las que pase centenares de veces, que repetí centenares veces. Es que me llevó hasta el cielo y me dejó caer sin paracaídas. Mis entrañas, mis ovarios, mis pechos ya no quieren su calor, no desean su calor. Estoy fuera de su tela de araña, de sus dudas que no me pertenecen. Por suerte ya no me pertenecen. Dejo de hacerme cargo.
Me llamo Aby. Hoy puedo ver dentro de mi y soy tan efímera como el aroma que despide la Dama de la Noche, como la bruma que flota sobre el mar antes de llegar al puerto. Soy un cuerpo luminoso que escapa del radar. Me llamo Aby. Volví a ser Aby. Me aburren las cosas de siempre, los encuentros formales de pares e impares, las fiestas inundadas de las mejores teorías anti-todo, me aburren esos desvelos. Renacieron mis colmillos. Se habían desafilado, se habían gastado contra su cuerpo inmenso. Ahora volvieron las ansias, renació mi loba en piel de cordero, tengo los ojos inyectados en sangre y los pulmones repletos de respirarlo todo. Estoy vacía de máscaras y con las uñas despintadas. Me vestí con las ropas que encontré en el suelo de mi cuarto recién iluminado. Ahora, desde aquí, veo el horizonte y el sol muriendo detrás de los árboles. Los aviones pasan mudos interrumpiendo la belleza de las nubes. Respiro el aroma a humo que dejé en el baño. Prendí fuego la papelera con todos los mándalas, los atrapa sueños y las fotos. También deje que se ahogara en el inodoro el teléfono maldito que marcaba el ritmo de mi vida. Ese que hacía de mi incontinencia la única verdad posible, ese que trancaba las ideas entre los dedos. Voy a dar pasos sin necesidad de esperar respuesta. Voy a dar pasos sin esperar ese ruidito de mierda que hacía latir mi corazón. Volví a ser Aby.
Desde acá veo el horizonte, veo las nubes. El humo que sale de mi casa alivia el peso de mis hombros. ¿Cuánto veneno es capaz de consumir un cuerpo enfermo, un corazón agrietado, unos ojos ciegos?
Adoro verme así. Matando el aburrimiento de la sumisión y el engaño disfrazado de amor. Voy a asesinar su fantasma con la soga del adiós. Prenderé fuego sobre el fuego, sobre el hielo, sobre el agua, sobre el horizonte y sobre sus pobres palabras.
Adoro verme así, aniquilando los dolores que alguna vez elegí, que alguna vez mordí hasta quedarme sin colmillos. Es una luz toda esta libertad en mis manos que ya no están crispadas. Es largo el sorbo y larga la noche. Es una luz estar a merced del viento tibio de mi propio abrazo sin tener los nervios al rojo vivo.
Que suerte poder maldecir y no llorar. Soy Aby, voy llegando al fin de la noche. Descalza.
fino.
Música: Hoje Eu quero sair so- Lennine.
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