Estranguló las palabras antes de decirlas.
Las rodeo de miseria, cobardía y amor propio y las fue apretando entre la laringe y la lengua.
Ahí mismo las asesino. Sin levantar la vista para mirarla a los ojos acomodó algunas ideas que volaban sobre su cabeza para ganar tiempo.
Sabía que nada cambiaría absolutamente nada. Ella resistió el frío y el silencio por unos minutos y lo dejó sentado en el banco de la plaza vacía y en penumbras.
Cuando calculó que ella ya se había perdido en la distancia el vomitó el ciclón ácido que de golpe le mandó el estómago. Desparramadas entre sus pies, en el suelo, quedaron las frases como un puzzle listo para rearmar. Levantó los ojos llenos de lágrimas y los clavó en la estrella más lejana del cielo.
Asumió su cobardía.
Muchas veces le era difícil decir lo siento. Estructuras, mandatos, murallas e ignorancia fueron más poderosos que el amor. Si se hubiese dado cuenta dos horas antes de lo que ahora le estaba pasando, otro sería el destino.
Estupidez.
Solo estupidez, pudo decir en voz alta mientras la estrella le calcinaba los ojos.
fino.
Música: Pra onde voce vai - Lobao.
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