jueves, 7 de julio de 2022

Sueños engarzados.

 

                                                                  


Sus ojos reían y su cuerpo, totalmente paralizado, adornaba la silla de la última mesa del bar, allá en el fondo, contra un rincón. Estaba  dormido en vida, divagando, inventando una gran estupidez con la que tapar la oquedad de su alma. Pero sus ojos reían, no podía ni quería evitarlo. Con un movimiento apenas perceptible, sus dedos acariciaban un vaso semí vacío, mientras destruía unas lágrimas que intentaban quitarle su efímera felicidad. Tenía un plan, una herida y era todo cuanto necesitaba. Recuperó con un poco de aire  el movimiento de su ser. Dejó sobre la mesa un billete que cubría lo gastado y sobraba para la propina. Se paró y comenzó a caminar hacia la puerta de salida. Bajó tres escalones, las piedras del suelo se encastraron en sus pies haciéndole más pesados los pasos. Estaba dispuesto a soportarlo. A cada nueva calle que enfrentaba le escapaba por el lugar menos pensado, dando giros y vuelta que lo volvían a llevar frente al espejo sin reflejo de los sueños perdidos. Llegó, luego de horas y horas de andar, a una plaza que conocía bien. Caía la tarde. Un trozo del cielo recortaba de naranja los árboles pelados por el otoño. No sentía el frío, el alcohol jugaba su partido. Eligió el banco más alejado del caminito del pasaje, revolvió en sus bolsillos buscando los cigarros y el encendedor. Sentado fumó mirándose la punta de los zapatos. Sentía la inmensa traición de un bar cerrado, de un bar completamente vacío mientras, bajo sus pies, oía correr el agua de un desagüe encapsulado. Hipnotizado por el murmullo del agua, imaginó el mar que a lo lejos se volvía invisible cediendo ante la fuerza incontenible de la niebla. Imaginó el devenir de olas rompiendo. Imaginó la espuma y el murallón. Ahí frente a él, todo el universo, toda la bruma. Bajo sus ropas se deslizó como un escalofrío, el viento gélido que ahora si padecía. Sin pánico, sin sed y con las manos entrelazadas decidió con qué puñal desprenderse la piel. Y así, con la mirada perdida y sonriente, volvió a reafirmar la idea de que no existía tiempo ni espacio, que vivía en un mundo paralelo. Se quitó el anillo del dedo anular y dándole un beso vacío, frío, lo tiró entre las rejas del desagüe. Lo vio perderse, lo escuchó hundirse junto con los sueños que alguna vez había decidido engarzarlo.

fino. 

Música: Am i the One - Beth Hart  (Live at Paradiso)

 

sábado, 25 de junio de 2022

Parado ahí.

                                    


Quedó parado en la vereda con las manos vacías y hundidas en los bolsillos. La mirada clavada en ella, en su espalda mientras se subía a un taxi. Ella llevaba un sobre en la mano con un disco lleno de canciones y una carta arrugada con un destino seguro: el tacho de basura. Ella se fue, no miró atrás. Él quedó mirando la nada, no tenía respuestas. Todo siguió igual, él sin sus besos y sin saber nada de nada. Ella siempre apurada y escapando del deseo de apretarlo entre sus brazos, de besarlo hasta morir, siempre intentando no volver a caer. Habían hablado poco, ella con la mirada nerviosa, distraída y apuntando hacia todos lados, barriendo el entorno, mirando hacia cualquier parte, menos a él. Ella había reprochado ausencias, mientras solo pensaba en partir. Y ella se fue, subió a ese taxi y se fue.

Él comenzó a caminar. Un pie tras otro, kilómetro a kilómetro, sin rumbo y esquivando caer en el zig-zag anestésico del alcohol. Caminó descalzo y sus pies no sangraban, solo se embarraban. Fue atravesando pastizales, valles y glaciares mentales, siempre un pie tras otro. Caminaba con sus fantasmas y con los ojos firmes en el recuerdo de una foto que ella alguna vez le regalo. No podía encontrar palabras con las que explicarse el dolor, con las que describir de la mejor o de la peor manera tantas espinas que guardaba en la garganta. Era difícil. Tenía las manos crispadas y escuchaba, como una voz en off, los aullidos viciados y ahogados de su llanto. Ella, su rostro y su cuerpo seguirían distantes, colgados en los recuerdos, en los retazos del ayer. Recuerdos. Su espalda desnuda sobre la cama. El agua patinando sobre su piel, el jabón cayendo sobre los sueños truncos y cada frase de amor repetida hasta el cansancio, hasta llegar al sudor. Se recordó tallando su cuerpo firme bajo un filo de luz que se filtraba por la rendija de la puerta del baño, y su voz susurrando, desde su vientre, las más hermosas melodías del amor. 

Él sabía que todo había terminado y que el nudo nunca se desataría. Ella pensaba que solo eran fantasías y que él tenía poco para dar ¿Que quedaba del hechizo?  ¿Masticar el paso lento de los años? 

Él finalmente disolvió los ángeles en una copa y los demonios en un candil que, como el amor, también se apaga. Ella nunca dijo adiós, pero se fue para siempre. Ellos dos, con la cara desfigurada, asustados. Él pensó en olvidarla, pero nunca pudo. Quedó abrazado a una botella, desparramado sobre pedregullo y pasto seco, llorándola, sin dejar atrás la esperanza de alguna vez volver a sentirla, pero se mentía, sabía que eso nunca sucedería.

          fino.

               Música: Love is Love - Charly García.

sábado, 18 de junio de 2022

El golpe de un encuentro.

                                               

 

          

Raro. Muy raro. Fue un choque eléctrico cuando la vio aparecer caminando hacía él por la vereda. Nicolás venia con las manos en los bolsillos escuchando música, navegando sobre la letra de la canción. Lo menos que esperaba era ver, en medio de la noche fría, a Silvana viniendo hacia él. Ella estaba radiante. Habían pasado cuatro años y mucha agua bajo el puente. 

El tiempo le había aumentado la belleza y las curvas de su cuerpo moreno. Silvana estaba hermosa. Nicolás la vio más madura, más mujer y con esa sonrisa brillante que siempre lo había enamorado. Un temblor se apoderó de su cuerpo cuando ella, a pocos metros de él, estiro sus brazos para abrazarlo. El se llevó las manos a la cara, se tapó los ojos, quedó congelado. Sintió los brazos de ella rodeándolo, sintió el calor y la presión de sus pechos en los codos. Le llegó el perfume dulce y embriagador que ella tenía. Sacó las manos de su rostro, la tomó de la cintura, la apretó tan fuerte como pudo y sin pensarlo mucho dijo:

-¿Qué hacés acá? ¿Me querés matar?

-Hola lindo, te estaba esperando.

-No lo puedo creer ¿Cuando llegaste?

-Hace una semana ¿Como estás?

La película de los años pasó a toda velocidad por el cerebro de Nicolás. Por un instante llegó a pensar que estaba soñando. No lo podía creer. El olor y el calor del cuerpo de Silvana lo trajo rápidamente a tierra. La podía oler, la podía tocar, algo que había soñado muchísimas veces. Millones de veces. Ya no eran los mismos, lo sabía, pero la sensación si que era la misma. Las ganas y el deseo eran iguales. El viejo amor anestesiado despertó, se hizo carne y explotó dentro de su cuerpo. Nicolás temblaba, Silvana temblaba. Era raro. Muy raro. Se separaron un poco, se tomaron de las manos y mirándose a los ojos, dijeron mil cosas sin decir una sola palabra, como antes. Restablecieron un mundo en el mismo instante que conectaron sus ojos.

-¿Que linda que estás? Linda, como siempre.

-Bobo –dijo ella sonriéndole con todo el cariño que tenía acumulado.

El llevó lentamente sus labios a los de ella y la beso, dulce y pausado, sin el arrebato de la pasión y de la espera. Después entrelazaron sus lenguas en una danza pagana, llenos de deseo. En el lento movimientos de sus bocas, renació la más profunda lujuria que anidaba en las profundidades de sus almas. Estaban juntos otra vez, unidos desde la carne, desde el silencio y el tiempo. Unidos desde la sangre. Se acariciaron, se apretaron buscando hacer de sus cuerpos uno solo. Sin planearlo, sin pensarlo, se dejaron llevar. Fue solo un minuto que duro años, muchos años. Cuando separaron sus bocas, los ojos siguieron unidos en una mirada infinita. El flotaba sobre un piso que se movía al ritmo de su corazón. Silvana lo miraba extasiada. Juntos, después de una vida. Juntos.

-Dejame tu teléfono. Me tengo que ir, mi hermana espera en el coche y estamos apuradas. Dame el número y te llamo apenas pueda. Me moría de ganas de verte. Tenía que verte.

El rebusco en su morral un lápiz y un trozo de papel. Anotó en silencio el número que ella pedía, se lo dió, la quedó mirando con sorpresa.

-No te preocupes. Yo te llamo –dijo ella.

Nicolás la vio alejarse con la misma sorpresa que la vio llegar. Sin comprender, solo, parado en la vereda, el fantasma de Silvana se alejaba. Sus botas negras, su pelo, sus caderas, el cuerpo embriagadoramente felino se disfumaba como un sueño.

Otro adiós. Nicolás no lograba despertar. No podía entender ¿Estaba soñando? ¿Era su imaginación? La escena con la que tantas veces había fantaseado, ¿se diluía de verdad?

Escuchó el golpe de la puerta del coche después que Silvana subió. Escuchó el arranque del motor y la aceleración, vio la imagen de Silvana recortada en el vidrio trasero del auto mientras se entreveraba en el tráfico de la avenida hasta que se perdió en la distancia.

¿Qué pasó? ¿Soñaba despierto? No. Era ella. Silvana era así. Nicolás camino unos pasos, entró a su casa y se dejó caer sobre el sillón. Estaba en estado de shock. Repasaba una y mil veces la escena que había vivido, no podía cuantificar ni medir el tiempo, ni el vendaval en que estaba sumergido. Ella lo buscó, fue a su encuentro después de tantos años y se desvanecía en un instante como si no importara. Como si todo eso no importara ¿Que estaba sucediendo?

Una catarata de imágenes y sentimientos le apretaron el corazón dejándolo chato de tanto peso. Latía, latía con fuerza, a un ritmo desproporcionado. Todo era muy fuerte. Lo que sentía, lo que pensaba y al mismo tiempo estaba inmerso en una profunda paz. Nunca en su vida se había sentido así, nunca. Se llevó las manos a la nariz y pudo sentir el perfume dulce de Silvana. Cerró los ojos y mentalmente repasó la escena.

La vio llegar, la vio acercarse, la abrazo, la beso y la respiró otra vez después de casi un siglo. Era raro. Muy raro.

Se levantó del sillon y con la desesperación de un adicto, fue hasta el barcito del mueble. Se sirvió un vaso de vodka generoso y sin hielo, lo bebió de un trago. Sus piernas no habían dejado de temblar. Algo tan real y mágico había sucedido que no bajaba de su estado febril. No dejaba de ver la cara de Silvana frente a sus ojos. Cambiaba de ángulo y la veía. Miraba hacia la pared, hacia la ventana y ella estaba en medio de todo. Ella estaba en todo. Lo completaba todo. Se sirvió otro vaso. Después de varios minutos comenzó a preguntarse, a reprocharse por su inacción, por no intentar detenerla, porqué no pregunto esto o aquello, porqué no fue más activo intentando retenerla junto a él. Había ganado la sorpresa, había sufrido un golpe al mentón.

Silvana siempre lograba lo que se proponía y Nicolás estaba seguro que ella una vez más ganaba la partida y jugaba las cartas de la manera que ella quería jugar. Lo volvía a tener a su merced.

Luego de varios tragos y darle mil vueltas al asunto pudo ver las cosas con un poco más de distancia, con más  claridad. Silvana no había llegado sola a Montevideo. 

Ahora debía esperar que sonara el teléfono para escuchar su voz dulce desde el otro lado del auricular, y eso podía pasar en horas, en días, o seguramente nunca. Interminables horas, interminables días con ese perfume exquisito taladrándole los sentidos. Cerraba los ojos y la veía, la sentía. Su pelo, la piel morena, los vaqueros ajustados resaltándole las curvas, la remera negra pegada al cuerpo, el calor de sus senos. Nicolás alucinaba con poder tocarla, con acariciarla y besarla, pero esta vez con voracidad, con todas la ganas que había acumulado en el transcurso del tiempo.

Quería dejarle de una vez y para siempre todo lo que para ella había guardado, en su cuerpo y en su alma. Deseaba repetir el deseo que juntos habían inventado sobre un colchón prestado, cuando eran inocentes, libres y perdidos.

Quería que pudieran perderse otra vez, uno sobre el otro. Como aquella vez, en aquel instante ancaldo, congelado en el tiempo.

 fino.

Música: La Iguana en el Jardín - Claudio Taddei.

martes, 7 de junio de 2022

Extrañando.

 

                                   



Adivino tu perfil

con sangre en la boca

y bajo una triste luz.

Adivino una mirada deforme

la mirada del dolor y su maldita mueca,

tu perfil cortando la noche, adivino.

Te adivino distante

sin pensamientos ni fuerza

navegando aguas serenas

dejando correr las horas.

Te adivino distinta, de sentidos alterados

lamiendo, saboreando una navaja desafilada.

Te adivino distante

                  divina

te imagino, tengo que hacerlo.

Te adivino regresando de territorios peligrosos,

te adivino

infinita, sudorosa

desviando los suspiros estancados en mis hombros.

Es imposible perderte en mi secreto

en el humo del mundo

en los bolsillos del tiempo.

Es irremediable volvernos a encontrar

y darnos lo que ciertamente nos falta dar...

                                                      adivino.

Adivino tus sueños caóticos

en la oscura y siniestra habitación

que te hiela

y me hace adivinarte.

Te adivino.

Te amo.

 

fino.

                Collage: Lily Gar.

Música : Como un sueño tranquilo - Claudio Taddei.

 https://www.youtube.com/watch?v=ahMgiJxoZIU

 

viernes, 27 de mayo de 2022

Seguramente un café.

                                                

Quizás un café o alguna bebida alcohólica fermentada desde una taza de arroz. No lo sé. Da lo mismo. Tal vez un beso esponjoso de mis labios sedientos, un puñados de maní crocante o su voz al teléfono. Lo cierto es que estoy sola, dibujando círculos concéntricos y líneas invisibles con la yema de un dedo sobre la mesa trasnochada de este bar. Pienso que está bien extrañar, significa que alguna vez amamos, que por un instante fuimos felices.

Quizás un café o alguna bebida fuerte que brinde el calor que mi cuerpo necesita. Ignorar esas tortas blandas, coloridas, rodeadas de hojas de menta girando aburridas y desmembradas dentro de una heladera espejada. No lo sé. Me da lo mismo. Siento la necesidad de bloquear la estampida intermitente de su recuerdo, de mis agujeros tapados con excusas y desechos de tiempo. Veo decenas de naranjas aplastadas bajo el peso muerto de la sed, restos de comida mordida que ninguna boca probará sobre un plato. Aceitunas y queso cortado en cubos dentro de un plato minúsculo y mi dedo, ahora, inventando el mapa de un país desconocido.

Quizás un café o alguna puñalada sin hielo que baje por las paredes secas de mi esófago afiebrado, por mis entrañas al rojo vivo cada vez que repaso su carta arrugada y manchada de sudor. Estoy agotada de asesinar tristezas, de que el rimel me siga tatuando la cara. No lo sé, me da lo mismo, pero no quiero caer en el ensueño monótono de las conversaciones y los pedidos colgados de este aire viciado con deseos urgentes, que llegan sin paciencia ni piedad.

No puedo evitar que todas esas voces me taladren y desborden, obligándome a caer en su carta que sostengo con manos temblorosas, mientras las arrugas van comiéndose mis veintisiete años y mi piel.

Si, quizás un café, para terminar la idea incompleta de que sus brazos no volverán a rodearme, que sus dedos desandarán el camino que me llevó al deseo. Un café hirviendo y amargo para anestesiar esta locura.

Si, mejor una tregua, un café.

fino.                          Del Libro: Mil Bares.                                                        

Mùsica: Eres  - Cafe Tacuba

 

miércoles, 18 de mayo de 2022

Invasiones.

                             



 

Invasiones

despojos de odios viscerales y sin vuelo,

un pie sobre el intento

sobre las causas y el tiempo.

El substrato agrio de un dolor incendiario

hace que se detengan los relojes

que renazca el calvario

que exploten las agujas

y se apaguen los soles,

el aire.

Millones de caras colgando de las ventanas

mirando absortas, petrificadas.

Caras sin dueño, caras sin ganas

sin respiro, sin reacciòn...

esperan que solo pase y que no duela.

Esa es la lágrima.

 

Invasiones

luces azules

y corazones destruidos rodando por el piso,

platos voladores

                                    (carretas en estos tiempos que corren)

pasando en reversa

intentando detener lo que no tiene sentido.

Invasiones

edificios rotos

y sus ojos desorbitados

dejando las tripas y la sangre

y esas cuencas huecas e infinitas

solo lloran por la ciega soledad de este No Dios.

Esa es la lágrima.

 

fino. 

Collage: Lily Gar.

 Música: Admiravel chip novo - Pitty.

 

jueves, 28 de abril de 2022

Azul, 7:30 am.

 


Siete y media de la mañana, volviendo a casa después de trabajar. Subo al ómnibus y los treinta y seis asientos estàn ocupados, nadie de pie.

Hay setenta y dos ojos incrustados en un omnipresente y personal imán de luz azul. Mientras camino por el pasillo hacia el fondo veo dentro en los imanes, deseos, ofertas, ropas, championes, juegos, fotos y más deseos penetrando veloces por insondables carreteras mentales. Todas las personas con barbijos celestes, sin músicas, sin letras ni palabras. No percibo miradas cruzadas, solo hay ojos para el ojo gran hermano. El monstruo invisible devorándolo todo, mientras nos va untando con kechup y mayonesa. Todos viajamos gustosos, felices, azules.

Yo, detrás de mis lentes negros y chorreando mostaza, solo deseo estornudar sin que las miradas me apuñalen, quiero toser y que eso no sea motivo de linchamiento o que, simplemente, no deseen mi muerte.

fino. 


Música: Epìtafio - Titas.

viernes, 22 de abril de 2022

La lista.


 

     


 

Dejar las harinas. El alcohol. Los dulces y las ganas de inmolarme. Abrir una a una las ventanas y pensar en soluciones sensatas para no ahogarme en las garras de este rencor."

Si todo fuese así de fácil, seguramente sería otra mujer. Pensó.

Mirándose al espejo, desnuda y con las manos enredadas en los vellos del pubis, lloró. Su cabeza distópica penaba en la penumbra. Fue hasta la heladera y destapó una cerveza negra. Bebió del pico y luego prendió un porro. 

Fumó. Bebió. Fumó. Bebió.  

Le llegaron los paisajes de siempre, las vueltas de su calesita, las prioridades, la paranoia, los espacios vacíos y las ganas de no ser ella. Su perro se acercó sigiloso, la olfateo y le lamió la herida abierta que tenía bajo la rodilla derecha. Volvió a olfatearla y con un gruñido ahogado, dulce, le hizo saber que la amaba.

 Ella fumó. Bebió. Fumó. Bebió.

Aferrada a la botella y con los ojos húmedos de la redenciòn repasó nuevamente su lista. “Dejar las harinas, los dulces, el alcohol y sacar a pasear más seguido al Manchas”.

 fino. 

  MúsicaSomebody already broke my heart - Sade.

 

jueves, 21 de abril de 2022

R.R

 

         


 

El cuero, la carne

la piel blanca tras unos ojos tristes y azules.

El odio por impotencia

y el miedo de no saber decir lo siento.

Te siento,

acá

en mi pecho,

y se tranca mi garganta

y se entrevera en los laberintos

de tus tripas entintadas de vino.

 

Pero me queda tu sonrisa

el filo de tu lengua incendiaria

arropada en lágrimas de madrugadas,

en la sangre de tu sangre

en el abrazo y el bar,

en miles de tardes

bajo los árboles resecos de la plaza.

 

Ahora a descansar

a dejar que se mueran

tus demonios de aburrimiento,

los peleaste con lo que pudiste

contra el viento, contra todo. 

 

Ellas te guardarán

las ropas manchadas de pintura

las escaleras al cielo,

los besos de consuelo

que no llegaron a salir de vos

por no saber decir lo siento.

 

Te siento acá

en el pecho

en la garganta,

en el veneno, en el destino

de otro maldito vaso de vino.

 

Salú Rober.

 

 Música: El 38 - Divididos

fino.

                                          Agosto 2021.

 

viernes, 8 de abril de 2022

Negro o Blanco.

 

                           

 

Si es blanco o si es negro

las patas de la sota, el canasto de mimbre

los matillazos contra la pared

los perfumes de diciembre

estamos rodeados, con sed.

Alguna vez renunciamos

otras volvimos a creer

ya me dirás algùn día el porqué.

Las brasas indestructibles del espanto

sin tus manos se agigantan

sin tus manos me abrasan.

Si las muertes, si la vida

entramando sueños y pesadillas

nos bañan de realidad,

igual insistimos...aùn

insistimos en amarnos

sin tocarnos

sin hablarnos.

Todas las sombras e ilusiones

viven bajo nuestra piel

algún día 

algùn día me dirás el porquè.

 

fino.


            Música de fondo: Céu azul - Charlie Brown Jr.

 

 

 

 

miércoles, 23 de marzo de 2022

Gloria, Rosas y Espinas.

                                                        

                                                               


La tarde baja lenta

chorrea por las paredes

de nuestro cuarto,

cae goteando palabras

fragmentos de espinas filosas.

Amarte

besarte

y dejar algunas rosas

a los pies de la cama.

Es nuestro camino

rosas, espinas

horizontes y esquinas.

Ahora

la luz titilante de una vela

se refleja en las copas vacías.

Amor, que me ames es mi suerte

es mi suerte

amor, que me ames

mi suerte amor es amarte.

Descarrilar en tus brazos

avanzar sobre tierra sedienta,

otros tiempos llegarán

otra carne nacerá

carne de mi alma y de tu sangre.

Una flor

una cruz

un amor

quemando las cortinas,

mis piernas

tus piernas.

Imagino,

solo imagino...

no hay error.

 

fino.   Collage : Lily Gar.

Mùsica de fondo: Embers - The Cult.